Ok Bak’te

Relación de las cosas de la Petanca en Yucatán.pdf

Relación de las cosas del Ok Bak´te. 


Cuentan los más viejos que en los tiempos de los antiguos, además del Pok Ta Pok (el llamado juego de pelota maya) , existía otro deporte en las grandes ciudades del vasto imperio Maya. Se trata del Ok Bak’te, y al respecto se dicen muchas cosas; por ejemplo, que era una actividad de tan alta importancia, que hasta tenía un carácter incluso ritual. 


Su significado en español es “Pies Juntos”; en una civilización que observaba el cielo, se creía que por tener ambos pies en el suelo, en un espacio delimitado por una circunferencia, ésto causaba una conexión con la tierra; así como también se creían que la profunda concentración que implica el conectar “lo que los ojos ven” con “ lo que el cuerpo hace”, era el camino para una lograr profunda conexión con el cosmos. 


En la civilización que le heredó el cero a la humanidad, la redondez significaba un elemento de suma importancia. En el Ok Bak’te se representaban las trece lunas llenas del año, ello implicaba la presencia de trece objetos redondos en el campo de juego, dos equipos que se enfrentaban, cada uno contaba con seis bolas, sumando doce entre ambos equipos; esto se complementaba con un treceavo objeto redondo, que era el centro de toda la dinámica. 

El número trece se repite en el marcador final, ya que el equipo vencedor era el que lograba primero llegar a obtener trece puntos, entonces el encuentro de Ok Bak’te terminaba. Trece lunas, trece objetos redondos, trece puntos. Se cuenta que entre las antiguas escrituras que fueron destruidas por Fray Diego de Landa en el llamado “Acto de Fé” en Maní, Yucatán, figuraba un Códice en el que se relataban algunos de los más épicos encuentros entre jugadores de las más importantes ciudades de los períodos preclásico al postclásico tardío; lo cual representa una verdadera pérdida de herencia cultural en relación a los pocos deportes de la época prehispánica; sin embargo, se cree que un segundo códice no fue destruido, en el se explican las reglas y aspectos ritualísticos del antiguo deporte. 


Se cree que el Ok Bak’te era parte central de las actividades en los días de las más sagradas fiestas, como en la celebración de la resurrección de Kinich-Ajau (el sol), en las llegadas de las primeras lluvias del año y en los días de ofrendas a los dioses. Algunos arqueólogos han llegado a inferir que en el inframundo, el Xibalbá, se celebraban partidas de Ok Bak’te cada trece katunes; en estos encuentros, las almas de quienes lograban vencer a Ah-Puch, el dios Maya de la muerte, conseguían ser reencarnadas y devueltas al plano de la existencia, como deidades.


Durante los encuentros terrenales de Ok Bak’te se quemaban los más selectos inciensos, en honor a los dioses, y quienes resultaban vencedores, tenían el honor de hacer una ofrenda de sangre en el templo más alto de la ciudad. 

En las Ciudades Mayas, existían canchas para practicar el Ok Bak’te, así como un templo en el cual este singular deporte era enseñado a los niños, y se dice también que en los lugares establecidos pare el trueque existía un espacio dedicado a los materiales implícitos, como bolas que podían estar hechas ya sea de caucho de una mezcla de distintas pieles, o de jade, obsidiana u ónix, o de barro cocido con incrustaciones de distintos elementos. 

En algunas vasijas se pueden apreciar motivos alusivos, pues se han encontrado imágenes rupestres en profundas cavernas, en decoración de cerámica, en frescos, estelas y dinteles haciendo alusión al Ok Bak’te, por todo el territorio de la civilización Maya. Hoy por hoy, el Ok Bak´te es considerado parte de la herencia cultural que nuestros ancestros nos han legado. Y es una práctica que debemos rescatar; actualmente se realizan investigaciones arqueológicas en búsqueda del códice en el que se expliquen las reglas del Ok Bak’te para recuperar este poderoso deporte que sin duda alguna, es causa de ecos prehispánicos en la época moderna 

2 de noviemrbe dia de los muertos 

Los días de los muertos. Los días en los que en México recordamos, honramos y hasta convivimos con nuestros muertos. Esta importante tradición tiene profundas raíces, que se originan en los pueblos prehispánicos.


Los antiguos pobladores de este país tenían una concepción muy distinta de la nuestra, en relación con muchos aspectos, pero en especial en lo que a la vida y la muerte se refiere. Para los pueblos prehispánicos, la vida y la muerte sucedían alternamente, en dos planos distintos de la misma existencia. En el plano en el que vivimos, y en el inframundo; ese lugar llamado en algunas zonas “Mictlan” y en otras “Xibalbá”, el lugar donde viven los muertos, lugar gobernado por el señor de la muerte, “Mictlantecuhtli” en nahuatl ó “Ah Puch”, en lengua Maya.


Los altares a los muertos y las ofrendas que ellos contienen, como flores, alimentos y bebidas,  son formas simbólicas que encuentran su origen en los días de fiesta de los pueblos prehispánicos; en aquellas épocas  habían días en los que los vivos y los muertos celebraban. 


Los vivíos ofrendaban a los muertos con flores, alimentos y bebidas fermentadas. También realizaban ritos, quemaban inciensos a los dioses, y competían en los deportes de la época, por ejemplo, en la zona maya se celebraban partidos de Pok-at-pok y de Ok Bak’te.



En el inframundo, también eran días de fiesta, los muertos recibían las flores, los alimentos y las bebidas que los vivos les habían ofrendado. En Xibalbá, el inframundo Maya, tenía lugar un ritual en el que los muertos tenían la oportunidad de enviar lluvias al plano de los vivos, en agradecimiento a las ofrendas. Se. Cree que esto pasaba cuando un muerto le ganaba al señor del inframundo en un partido de Ok Bak’te; de ser así, entonces llovía en ambos planos y tanto vivos como muertos celebraban danzando bajo la lluvia, en un entorno decorado con las flores de la época.